Un "servicio público" algo peculiar

Hace unos días tuve la oportunidad de conocer un poquito más de cerca la Escuela Militar de Idiomas. Seguro que más de uno os habéis quedado algo sorprendidos porque no sabíais siquiera de su existencia, sin embargo, tiene un papel realmente importante en el desarrollo profesional de los militares que no pueden ascender hasta ciertos rangos si no pasan un examen de idiomas. Por lo que pude ver en mi "visita" a este centro, se impartían clases y se examinaba de inglés, francés, alemán e italiano. No sé si ofertaban alguna otra lengua que se escapara de mi vista pero con esas trabajan seguro (tenían sus aulas y todo para cada una de ellas).

Como he comenzado diciendo, yo en un principio iba a conocer este "servicio público" (hablo de él de este modo porque pertenece al Ministerio de Defensa). Un intermediario me propuso esa idea y yo acepté sin dudarlo. Me dijo que "siempre andaban necesitando gente licenciada con idiomas" y me dio a entender que sería una buena idea acercarme por ahí para que me enseñaran qué se hacía en el centro, aprendiera y, de paso, valorara la posibilidad de considerarlo una salida profesional en un futuro. Aunque ahora me parezca increíble, estas palabras tan vagas no me hicieron vaticinar lo que se avecinaba así que allá que fui con mi atrevida ignorancia (maldito refrán, no me vino antes a la cabeza).

Llegué temprano con ganas de ver qué se cocía en ese sitio. Me estaban esperando. Pensé que me harían una visita guiada o algo así pero, en lugar de eso, me dijeron "nos han dicho que hablas inglés, francés e italiano así que vas a ir ahora a una sala y te van a examinar nativos en cada lengua". En ese momento me subió la bilirrubina hasta lo más alto, ¿un examen? ¿Por qué? ¿Para qué? No tuve tiempo de pedir explicaciones, ya iba de camino a esa sala que me haría sudar en grandes cantidades.

Dentro, estaba un nativo de inglés con ganas de hacerme millones de preguntas. Yo desde el principio quise dejar claro que era traductora e intérprete y que mi primera lengua del trabajo era el francés, con todo lo que estos dos "pequeños" detalles traían consigo. No sabía qué querían de mí pero ahí estaba yo, remangada, contestando a preguntas sobre Obama, Palestina y la ONU. Cuarenta minutos después de haber hablado en inglés de temas tan comunes y dispares como estos (todos hablamos del comportamiento de la ONU diariamente, ya lo sabéis), me dijo algo así como que "buscaban a nativos de inglés para formar parte del tribunal examinador del centro". Yo no me achanté ante tal comentario y volví a recalcar que mi formación era en Traducción e Interpretación y expliqué brevemente en qué consistía mi trabajo y que cualidades tiene cualquier traductor/intérprete (desde luego, una de ellas no es necesariamente ser nativo). Hablábamos de cosas totalmente distintas, de hecho, buscábamos y queríamos cosas totalmente distintas. Esos cuarenta minutos de agonía me los podría haber ahorrado desde el primer segundo porque yo soy más española que todas las cosas y eso no significa que no pueda desarrollar un trabajo de idiomas, ¡parece que en España valoramos más el origen de los candidatos que su formación! Solo significa que hay trabajos y trabajos... este no era para mí (ni yo para él, claro).

Bueno, la cosa siguió con francés. Tuve solo un par de minutos para descansar, algo que en mi opinión no es totalmente adecuado porque uno no cambia de un idioma a otro con tanta normalidad. Esta vez sabía lo que había así que me intenté relajar y disfrutar de la experiencia. Sin embargo, me dolía el estómago por lo mal que lo había pasado anteriormente y no estaba en mi mejor momento para hablar sobre los recortes, el hambre en el mundo o las centrales nucleares. Estuve otros cuarenta minutos hablando en francés de estos temas tan "bonitos". Daba igual si lo hacía bien o mal, yo no era lo que querían. Uno puede tener el nivel más alto de francés, diez licenciaturas en idiomas pero si no eres nativo o bilingüe (esta última palabra siempre me resulta graciosa)... no hay nada que hacer. Volví a señalar que era traductora/intérprete. No sé por qué pero ese día me sentí especialmente orgullosa de serlo

Se acabó mi "examen" de francés y empezó el de italiano. No pude recomponerme apenas. No era capaz de hablar en italiano, estaba agotada, me sentía mal y, bueno, ¡el italiano no deja de ser mi tercera lengua! Una cosa es que yo pueda traducir textos en italiano porque para eso he sido formada y otra que sea capaz de hablar en 40 minutos después de otros 80 minutos hablando en otros dos idiomas distintos. Corté esa locura mu' dignamente, di las explicaciones que consideré oportunas y salí de esa sala infernal.

Así acabó mi aventura. Llegué a casa y analicé la situación una y otra vez. Ese día había habido muchos errores, suyos y míos, ambos por desconocimiento. De todas formas, aprendí muchísimo, lo que, al fin y al cabo, ¡estaba buscando! Espero que mi experiencia (aunque no fuera del todo agradable) os pueda servir de algo a vosotros en un futuro. Yo, por el momento, creo que pasaré de intermediarios una temporada.

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