Nuestros peores
temores se confirman: ¡la “vuelta al cole” es inminente! Ya nos lo ha estado avisando
El Corte Inglés desde hace mes y medio (y provocando en nosotros ardientes
deseos de demoler sus edificios) pero nosotros nos negábamos a creerlo (para seguir
aferrados a la vida). El caso es que toca retomar la rutina y esto no solo lo
hacen los alumnos (que son los que más se quejan), sino también los profesores
(que son los que menos nos quejamos, seamos sinceros, expresamente…).
Una vez asumimos
la realidad ambas partes, nos toca enfrentarnos a ella en las aulas y ahí es
donde puede pasar de todo... Conocemos a la perfección las críticas de los
estudiantes porque todos lo hemos sido alguna vez y nos hemos hartado de
criticar a los profesores, a los padres de los profesores por engendrarlos (y,
en momentos de enfado máximo, hasta a Adán y Eva por originar a la especie
humana sin erradicar el gen de la vocación por la docencia) sin ningún tipo de empatía
hacia ellos. Sin embargo, estamos poco familiarizados con la versión de la otra
parte, con su versión, y yo que llevo 4 años ya en la docencia puedo dar fe de que
nosotros también tenemos nuestras críticas (para dar y regalar) hacia el
alumnado.
Las clases no
son un ring (por mucha hostilidad que pueda haber cuando caigan exámenes
sorpresas o malas notas). La buena relación entre alumno y profesor es esencial
a todos los niveles porque incluso en el universitario existen defectillos de
trato que pueden desembocar en algún conflicto innecesario. Para que exista esa
buena relación, hay una serie de actitudes que no deben desarrollarse nunca
(aunque todos como estudiantes desarrollamos en algún momento de nuestras
vidas) porque se corre el peligro de “perder al profesor” para siempre. Así
pues, me gustaría compartir con vosotros los cinco comportamientos que a mí,
personalmente, me hacen implosionar como docente:
1. “URGENTE”,
“IMPORTANTE” (o “MUY IMPORTANTE”, o “MUY MUY IMPORTANTE”), “AYUDA”, “¿Y AHORA QUÉ
HAGO?”, “DUDA EXISTENCIAL”: estas palabras ya son lo suficientemente
rotundas por sí solas como para acompañarlas de mayúsculas, sin embargo, a los
alumnos les encanta el drama y no solo te las graban en las retinas en sus
asuntos de correo, sino que te las chillan con millones de exclamaciones. Ellos
desgastan el botón de “Bloq Mayús” y a ti te llega un aviso al mail y en cuanto lo abres empiezas con
taquicardias y sudores fríos. ¿De verdad era tan importante el mensaje como
para enviarlo prioritario, no importa a qué hora ni qué día y cargadito de
agonía extrema? ¿El alumno pretendía llamar la atención del profesor o hacerlo
infartar directamente? Por favor, estudiantes, si no es cuestión de vida o
muerte… ¿por qué os dirigís al profesor como si tuvierais una nube negra sobre
vuestra cabeza que truena anunciando el Apocalipsis? No os deja en buen lugar
escribir mensajes en mitad de la noche o del fin de semana y en ese tono de
histeria. No abuséis de las representaciones teatrales porque perderéis fiabilidad
y podréis ofender al docente al compartir una preocupación que quizá él no la
perciba como tal.
2. “¿Cuántos años
tienes?”: esta pregunta indiscreta se da mucho entre los profesores de la
universidad que somos jovencitos. Es cierto que no tiene que resultar ofensiva
necesariamente pero también es cierto que en este tiempo yo, personalmente, me
he sentido cuestionada por la edad en ocasiones y le tengo cierto respeto. Estamos
en una clase, no en el plató de Mujeres,
Hombres y Viceversa, por lo que las preguntas personales deben tener la
cabida justa y necesaria.
3. “- ¿Quién es? –
Soy yo”: no, esta no es la canción de Pimpinela. He reproducido el inicio
de una conversación telefónica con algún alumno que ha buscado mi teléfono por
Internet y me ha llamado repentinamente para hacerme una consulta “vital”, que
no podía atender a otras formas más correctas y menos invasivas. Eso da
miedito, sí… ¿Lo siguiente será recibir una carta con recortes de palabras como
en las películas de los sábados de Antena 3? El teléfono es algo muy personal,
no se puede invadir la intimidad de un profesor de esas maneras si no está lo
suficientemente justificado.
4. “Hola, ¿me lees?”:
este es el riesgo que uno corre cuando amablemente da su teléfono a los alumnos
para que lo utilicen en caso de urgencia y por algún motivo muy concreto (yo,
por ejemplo, se lo doy a mis tutorandos de TFM para fijar reuniones
telefónicas). Tienes ese gesto de confianza y un día, de repente, se ilumina la
lucecilla del móvil avisando de que has recibido un WhatsApp. Corres hacia él esperando que sea un amigo proponiéndote
un buen plan, tu novio con alguna declaración de amor o tu madre preguntando
qué has comido… Pero no, es tu alumno derribando las barreras de seguridad y
haciéndote sentir tremendamente incómoda. Estudiantes, si un profesor tiene el
detalle de daros algo tan personal como es su número, apreciadlo y no abuséis
de él. Usadlo simplemente para el fin con el que se os fue dado.
5. “¡Anda! ¿Qué
haces tú por aquí?”: ya ves, llamadme loca, pero creo que es normal que los
profesores vayamos al cuarto de baño y salgamos a la calle. Sin embargo, cuando
nos encontramos con algún alumno fuera de las cuatro paredes de la clase,
solemos suscitar esa expresión tan molesta. Preguntadnos que qué tal estamos o
sonreídnos si nos hemos topado de lleno en los servicios de la universidad pero
no hagáis que la situación sea aún más desagradable con esa frasecita.
Bueno, expuestos todos estos puntos, espero que los estudiantes (ajenos y propios) se empiecen a desenvolver mejor en este nuevo curso. Podría seguir dando algunas pautas más de comportamiento pero no quiero alargar la entrada (y aburriros en exceso), por lo que haré una segunda con otros cinco cómodos pasos que pueden llevar a los alumnos a perder a su profesor.
Espero que esta entrada os resulte de utilidad o que, en su defecto, os saque alguna (son)risa. ¡Que tengáis la clase en paz!
¡¡Cuánta razón!! Los profesores somos una especie un tanto extraña para los alumnos, muchas gracias por compartir tus anécdotas. Espero que haya más "rounds" y que sea un bonito y divertido combate ;) Es una gran alegría volver a leerte después de tanto tiempo.
ResponderEliminarUn saludo,
H.